¿OBLIGAR A LEER O MOTIVAR A
LEER?
Como profesora muchas veces me he planteado esta pregunta
en mi práctica docente y en la observación como compañera o como madre de
alumno, de la práctica de otros.
Creo que para conectar con un libro y en
definitiva disfrutarlo, el mejor camino es llegar a él con libertad y con
motivación.
Si has contado con la suerte de tener una familia que
desde edades tempranas te ha inculcado el amor por una buena historia, llegas a
la escuela y ya estás motivado, porque para ti un cuento o un libro es una
aventura en la que quieres participar. Si no te gusta sabes que otros muchos te
esperan para sumergirte en sus páginas y dejarte llevar a donde tu imaginación
y sus palabras te quieran llevar.
Si eres una persona así es difícil que la escuela, aunque
de forma bienintencionada anule tu gusto por la lectura. Pero qué ocurre si no
estás en ese caso, te has acostumbrado a mirar de forma pasiva la televisión o
a vivir esas aventuras con los juegos de las consolas que te ofrecen adrenalina
y recompensa inmediata con el mínimo esfuerzo.
Si tú eres como la mayoría, la escuela es fundamental no para cambiar
tus hábitos, pero sí para descubrirte unos nuevos.